La construcción de la escuela de lo colectivo

Julio Rogero

Colectivo Escuela Abierta de Getafe y MRP’s

La destrucción de lo colectivo hoy

Nuestro sistema educativo es el reflejo de una sociedad que camina cada vez con mayor determinación por la senda de la alienación ideológica, del individualismo más feroz y desalmado, del aumento descontrolado de los discursos del odio y del supremacismo blanco y machista. Por ello nos parece necesario transitar con mayor insistencia de lo individual a lo colectivo creando nuevos caminos basados en la dignidad humana, en los derechos humanos, en las interrelaciones, en la compasión, en las interdependencias y en una nueva conciencia de que es en el ámbito de lo colectivo donde es posible la realización y el desarrollo humano.

La educación mayoritaria que tenemos es la que fomenta el individualismo sobre lo común y lo colectivo. En la reflexión previa que elaboramos para justificar el tema de la escuela de verano (espacio de formación docente entre iguales) de este año nos decíamos que “Las políticas educativas neoliberales proponen e imponen un modelo de escuela individualista, competitiva, selectiva y segregadora, en consonancia con las políticas sociales que atacan la justicia social, la equidad y la fraternidad. Nosotros proponemos un modelo educativo que promueva la cooperación, el mestizaje, la solidaridad, lo colectivo, porque solo interaccionando con los demás, con los diferentes, formaremos una ciudadanía responsable, comprometida”. La escuela que tenemos está secuestrada por el poder para ponerla a su servicio, vaciarla de contenido emancipador y colectivo, para impedir y destruir los lazos que hacen realidad un “nosotros” construido en la interdependencia educativa ineludible. Tenemos la firme convicción de que lo colectivo es el nudo gordiano de la comunidad educativa.

La escuela pública es un lugar privilegiado en la construcción de lo colectivo. Y no tanto como propuesta ideológica y teorizada, sino como lugar de prácticas colectivas y cooperadoras en la vida cotidiana de la escuela. Es poner en marcha procesos educativos y de acción, de forma consciente, donde se tenga en cuenta la dimensión colectiva de la vida del centro, de la organización, del currículo, de los procesos de evaluación, de las metodologías pedagógicas, de los espacios y tiempos escolares. Desde que se propone la construcción de un proyecto educativo, todo el caminar y su puesta en práctica requiere una determinación decidida de que todo lo que se hace, desde el comienzo hasta el final, tenga esa dimensión colectiva.

Nuestra reflexión colectiva

En septiembre realizamos la XXXIX Escuela de Verano de Getafe, organizada por el colectivo de renovación pedagógica Escuela Abierta. El tema central fue “La escuela de lo colectivo”[1] (http://colectivoescuelaabierta.org). Nos pareció de especial relevancia pensar juntos un tema que consideramos central en el proceso educativo y que está especialmente combatido por el poder, ignorado, ocultado y desaparecido en la escuela y en la educación de forma generalizada.


[1] Escucha aquí la entrevista con Julio Rogero sobre la Escuela de lo colectivo 


Nuestra reflexión tuvo como punto de partida la exposición de Jurjo Torres en la que se fue desgranando el espíritu del neoliberalismo y el neocolonialismo que se hace dominante a través del capitalismo financiero y las necesidades de la economía productivista. Cómo se construyen las personalidades con “sentido común” neoliberal, educando clientes consumidores y empresarios de sí mismos que invierten en ellos mismos. M. Thatcher decía que “La economía es el método. La finalidad es cambiar el corazón y el alma de las personas”. Esta visión de la vida, dominante en la sociedad, también va transformando el sistema educativo en un mercado que destruye todo lo que nos une, lo colectivo, lo común y lo público. Esta sociedad posindustrial e informacional establece unos discursos públicos de reorientación y control exhaustivo del currículo y de todo lo que pasa en la escuela.

Frente a ello nosotros sabemos que el sistema educativo tiene una clara función en una sociedad democrática: educar una ciudadanía culta, capaz de confiar en sí misma, informada críticamente, activa, justa, participativa, optimista, crítica, inclusiva, comunitaria. Solo se construye la escuela de lo colectivo en el espacio público donde es posible una educación justa e inclusiva como un proyecto político. Por eso las leyes educativas contextualizadas tienen que proponer un proyecto educativo para todos basado en la justicia social, en la equidad y en la inclusión. Construir la escuela pública de lo colectivo conlleva remover todos los obstáculos que hoy la hacen tan minoritaria: los espacios de exclusión social (barrios gueto…), las escuelas que discriminan y segregan porque son clubs privados, las que educan clientes y no ciudadanos… La escuela de lo colectivo enseña a reconocerse, a desmontar prejuicios mutuos, a erradicar discriminaciones, a socializarse y convivir, a cooperar y aprender juntos…

Una sesión de teatro-foro presentó ante nuestros ojos y nuestra conciencia lo que hacemos en la escuela con la educación cuando ponemos en el centro los programas, los contenidos, la burocracia, los exámenes y los resultados y olvidamos a las personas. Las dinámicas individualistas de exaltación del “talento” y “excelencia” de unos pocos, justificado en su “éxito” individual sobre los demás nos puso de relieve lo que hacemos habitualmente en el aula cuando proclamamos nuestra neutralidad para “suspender” y segregar a los que no se ajustan al modelo de personas que nos imponen y a los resultados que se nos piden. Con demasiada frecuencia olvidamos que en el centro está el alumnado y sus personas que han de ser promovidas para que sean las protagonistas de su vida compartida con los demás, desde su propia singularidad y desde su pleno desarrollo. Fue un espacio lleno de sorpresas, de provocación, de desafíos, de emoción, de sentir común y de llamada al compromiso con la escuela educadora que queremos.

Las propuestas de cómo se puede construir la escuela de lo colectivo que queremos se hicieron a través de diferentes espacios donde se reflexionó y se trabajaron diferentes temáticas que forman parte de la educación y de la vida de la escuela. En ellos se fueron desgranando las experiencias que ya se están viviendo y los aspectos nuevos que plasman los desafíos a los que hay que responder en la sociedad actual. Fue el grito compartido y tantas veces silenciado de que sí se puede construir otra educación.

La convivencia escolar se quiebra con facilidad y, con frecuencia, destruye la comunidad educativa. Porque convivir en el respeto, en el reconocimiento mutuo, en la cooperación requiere un aprendizaje constante. Esa convivencia positiva se rompe fácilmente por diversos conflictos que hay que aprender a gestionar a través de prácticas restaurativas que ayudan a reconstruir la convivencia de la comunidad educativa. Es necesario conocer e incorporar a los proyectos de convivencia la diversidad de estas prácticas que nos ayudan a la construcción colectiva de un clima de convivencia comunitario más positivo.

La escuela de lo colectivo se hace posible lentamente y a lo largo de mucho tiempo, casi nunca de forma lineal, como vimos en un centro público de Educación Infantil y Primaria de nuestro entorno. En él es una realidad la participación colectiva de las familias en las estructuras del centro y en diversas actividades de aula (comisiones de trabajo, talleres, cooperativa escolar…). Es una realidad el aprendizaje cooperativo del alumnado, su protagonismo en la toma de decisiones, su participación en la marcha del centro. El profesorado es un equipo docente implicado en toda la vida colectiva del colegio, con una clara conciencia de compartir su trabajo y su profesionalidad en la construcción constante de la escuela pública que queremos.

De Educación Secundaria recogimos la experiencia del trabajo colectivo que se realiza en un centro de Getafe. En él se trabaja la perspectiva de género a través de pedagogías feministas como experiencia de reflexión compartida de poner en el primer plano las carencias, injusticias, las desigualdades en la consideración de la mujer en el currículo, en los libros de texto y en lo que subyace en la cultura escolar respecto a este tema.

Sabemos que hay metodologías que impiden la construcción de la escuela de lo colectivo. También conocemos y practicamos metodologías colectivas y cooperativas. Al conocimiento en profundidad de las mismas dedicamos un espacio y un tiempo: la asamblea en la escuela y el aula, los planes de trabajo, el texto libre y los escritos colectivos, el trabajo cooperativo, etc. La perspectiva de la escuela popular de Celestin Freinet fue el referente de prácticas transformadoras de la realidad escolar tan conservadora que tenemos.

Hoy es ineludible trabajar la dimensión ecosocial como elemento central en la educación de la sensibilidad ecológica como especie humana. La realidad que se nos impone de desconexión con la naturaleza nos deshumaniza y nos destruye. El conocimiento de la necesaria relación positiva de la naturaleza con la comunidad humana y de esta como parte de ella, son básicos para desarrollar al máximo la función humana ineludible de cuidadores de la vida. Entendemos que la educación para permanecer conectados con la naturaleza que somos y la trasformación ecosocial de nuestra escuela son la condición para evitar su colapso y caminar en otra dirección.

La escuela y la educación no pueden cerrarse entre unos muros. Por eso tuvimos un espacio de análisis, reflexión y elaboración de propuestas en torno a lo que denominamos como “educación a tiempo completo”. Es el reconocimiento explícito de que la educación formal de la escuela y la educación no formal, que se da en el espacio de la comunidad, están conectadas en las trayectorias vitales de cada uno de los alumnos y alumnas. Por ello es necesario conocer y reconocer lo que implica esa relación con el medio y el contexto: sus redes, sus recursos diversos, sus propuestas y actividades… para que puedan estar conectadas entre sí y se complementen en la educación integral de los ciudadanos. La experiencia catalana “Educación 360, educación a tiempo completo” es de una gran riqueza y nos ayudó en la construcción de propuestas para nuestra realidad local.

Nos interesa mucho conocer por donde van las políticas educativas de las nuevas (y no tan nuevas) administraciones después de las elección generales, autonómicas y municipales. Consideramos que, para nuestra desgracia, las políticas educativas de la Comunidad de Madrid, representan el máximo exponente de la privatización de la educación, de políticas segregadoras y clasistas, de desviación de recursos públicos a las empresas de la enseñanza privada, de demolición y desprestigio planificado de la escuela pública… También nos detuvimos en el papel de los ayuntamientos en educación, de sus limitaciones y de sus potencialidades y la ingente fuerza motriz que puede generarse con una administración cercana que confía en la iniciativa de sus ciudadanas y ciudadanos

Nos detuvimos, finalmente, en el actual debate surgido por la tímida propuesta de la incorporación progresiva del alumnado con diversidad funcional que podrían estar bien atendidos en centros ordinarios. La reacción de los centros privados concertados de educación especial ha sido movilizarse en una defensa cerrada de ésta, porque si la incorporación de este alumnado a centros ordinarios, como sucede en otros muchos países, sigue creciendo, ven peligrar su negocio. No solo no sucede lo que nos gustaría, sino que sucede todo lo contrario. Constatamos cómo en los últimos diez años la segregación de este alumnado ha crecido en un 11%, lo que nos indica que no sólo no avanzamos en el camino hacia una escuela inclusiva, sino que tenemos cada vez más escuela segregadora y excluyente. No sólo expulsa al alumnado con discapacidad sino a todo lo distinto y diferente al referente de alumnado homogeneizado, que domina en la escuela.

En definitiva, la construcción de la escuela de lo colectivo que queremos es un desafío en el que deseamos seguir implicados y no estamos dispuesta a renunciar a ella.

Seguimos trabajando en la construcción de la escuela de lo colectivo

Nuestra reflexión y elaboración de propuestas que nos movilizan siguen adelante, conscientes de que hacer posible la escuela de lo colectivo en la sociedad del capitalismo neoliberal es un acto político mantenido en el tiempo para poder imaginar y avanzar en ese utópico “inédito viable” del que nos habla Freire. Construir comunidad es construir lo común, lo colectivo como la base en la que se sostiene la ciudadanía. Hemos de llenar de contenido comunitario todos los ámbitos del vivir y convivir de los seres humanos. Solo somos en comunidad y en relación estrecha con los demás en un “nosotros” compartido y construido en todos los ámbitos del vivir cotidiano. Desde los más amplios de nuestro vivir como especie a los más pequeños de la organización social y humana. Hacer comunidad y aprender a ser en ella es una de las funciones centrales de la educación.

A lo largo del tiempo hemos observado que donde se trabaja por la construcción de la escuela de lo colectivo hay unos rasgos comunes que caracterizan esas comunidades educativas. Son los aspectos diferenciales frente a la escuela basada en el individualismo y en la competencia donde el otro debe ser expulsado, segregado, invisibilizado o excluido. Hay obstáculos que se están enquistando en la educación escolar del modelo dominante. Pero también observamos potencialidades y posibilidades reales en muchos centros educativos en los que se proponen salir de ese enquistamiento y construir otra escuela.

Hay obstáculos que hemos de tener en cuenta, porque hacen muy difícil avanzar en la formación de la escuela pública que es la escuela de lo colectivo. Hay otros muchos obstáculos a la construcción de esa escuela tan relevantes como los que se enuncian a continuación, apuntando solo algunos:

  • Una escuela dominada por las políticas educativas del poder y sus reformas impuestas al servicio de la economía, centradas en la competitividad de los resultados y la estandarización de la educación.
  • La carga de reformas educativas que provocan lo contrario de lo que dicen pretender en sus declaraciones de principio. Influenciadas por la ideología dominante en que se sustenta el neoliberalismo. Solo les interesa la selección del talento, de la excelencia, del rendimiento, de la competencia, el esfuerzo, el éxito, de la capacidad emprendedora… Limitan e intentan controlar y destruir la autonomía y los deseos de cambio de los centros educativos y de importantes, aunque minoritarios, colectivos docentes. Leyes como la LOMCE, todavía vigente, limitan gravemente las posibilidades de construir la cooperación y lo colectivo porque, aun proponiendo metodologías colaborativas, vacía de contenido transformador esas posibilidades en un marco legislativo conservador, autoritario, de control, anticientífico, segregador y clasista.
  • La planificada provisionalidad y precariedad de muchos equipos docentes para hacer muy difíciles proyectos educativos estables y con continuidad en la escuela de titularidad pública.
  • Muchos claustros dominados por un pesimismo alimentado por las políticas educativas de recortes, de desprecio a la situación del profesorado, de los centros educativos y las dificultades que tienen que afrontar.
  • Equipos docentes y centros educativos cerrados al cambio porque se asentaron acríticamente en una forma de educar condicionada y sometida a los valores dominantes, …
  • Un profesorado sin cultura de trabajo en equipo, funcionarizado, corporativo, individualista y rutinario.
  • Ausencia de liderazgos compartidos y de una mínima conciencia crítica en los equipos directivos. Se sienten por encima de la comunidad educativa al servicio de la administración. Son leguleyos, burócratas sin la mínima conciencia de lo colectivo, sostenedores y fieles servidores del poder.
  • Con frecuencia no hay un proyecto educativo colectivo y los centros están dominados por el individualismo y la soledad que implica que cada uno vaya por un lado con muy poco en común.

Solo queremos indicar algunos aspectos apuntando a la necesidad de una reflexión compartida en los centros educativos para poder remover estos y otros muchos obstáculos no referidos aquí.

También hay muchos factores positivos que se dan en la realidad de cada centro.  Creo que estos son relevantes y que se pueden tener en cuenta a la hora de considerar las posibilidades que nos ofrecen en la construcción de lo colectivo y lo público:

  • Cuando la comunidad educativa tiene clara conciencia de que son necesarias unas condiciones (recursos, ratios, formación, autonomía del centro, espacios y tiempos adecuados, profesorado…) que hagan posible una escuela democrática y de calidad para todas.
  • Hay centros educativos con dinámicas constantes de trabajo cooperativo a partir de un proyecto educativo colectivo de toda la comunidad escolar. Este ha sido elaborado, dialogado, reflexionado, consensuado entre todas y con voluntad de desarrollarse, ser revisado, evaluado y mejorado a lo largo del tiempo.
  • A través de la formación permanente de los equipos docentes se pueden promover procesos de reflexión individual y colectiva en torno a la profundización de esa escuela alternativa, teniendo en cuenta el proceso de desarrollo en que se encuentre en cada lugar y en cada momento.
  • En todos los centros educativos se puede trabajar la creación o profundización de un clima de convivencia y relación positiva, de cuidado mutuo, de confianza entre el alumnado, entre el profesorado, entre las familias y de todos entre sí.
  • Son muchos los centros que han iniciado dinámicas de trabajo en equipo del profesorado y alumnado rompiendo la estructuras espacio temporales de las asignaturas y aulas incomunicadas, abriendo procesos esperanzadores hacia la escuela de la comunidad.
  • Así se hace posible compartir el conocimiento y todos los componentes emocionales, afectivos, éticos, utópicos y placenteros del acto educativo, haciendo efectiva la profesión docente como una profesión de colaboración en la escuela de lo colectivo.

Remover los obstáculos y centrarnos en las posibilidades de construcción de lo colectivo, que nos ofrece la realidad cotidiana, es nuestra tarea. Es parte del desafío que tenemos y es nuestro compromiso ético y político con la transformación de la educación. Queremos practicar la experiencia real de vivir en comunidad. Y estamos pensando juntos cómo trabajar con los compañeros y compañeras para conseguir objetivos comunes más allá de los individuales, en los que suele quedarse nuestra educación. No podemos olvidar que los avances hacia otra educación, emancipada de la ideología dominante, solo será posible como resultado del trabajo y las luchas colectivas a favor de ella.

La construcción de la escuela de lo colectivo requiere una nueva repolitización de la educación, que nada tiene que ver con adoctrinamiento, sino con la formación de ciudadanos con una clara conciencia de que lo que va a salvar a esta sociedad y a nuestra educación es la articulación de la dignidad de cada uno con la de la colectividad donde nos formamos y vivimos.

El tema central es que necesitamos construir una alternativa a las actuales políticas educativas y al actual modelo educativo que debe ser fruto de la acción colectiva. Eso ha de llevarnos progresivamente, no linealmente, a la construcción de la escuela de lo colectivo como meta irrenunciable de nuestra acción pedagógica en los centros educativos y de nuestro compromiso político y ético con una educación colectiva emancipadora.

Esta escuela tiene que ser un muro insalvable a todos los planteamientos de las, cada vez más dominantes, culturas del odio, del individualismo feroz, de la aniquilación de la empatía y de la compasión, del descarte de lo más débiles, de la cultura del miedo. Será un espacio fundamental de resistencia individual y colectiva al actual capitalismo salvaje y al neofascismo creciente en nuestra sociedad. Quiero acabar con las recientes palabras de Giroux: “En la época del fascismo emergente, no es suficiente conectar la educación con la defensa de la razón, el juicio informado y la acción crítica: debe de estar también alineada con la fuerza y potencial de la resistencia colectiva. Vivimos en tiempos peligrosos. Consecuentemente, hay una necesidad urgente de que se unan más personas, instituciones y movimientos sociales en la creencia de que pueden resistirse los regímenes de tiranía actuales, de que son posibles futuros alternativos, y de que actuando bajo estas creencias, por medio de la resistencia colectiva ocurrirá un cambio radical”.

Bibliografía