AMAGI, un espacio colectivo para la renovación pedagógica
Javier Blanco y Zoralla Sampedro
miembros del Colectivo Amagi
En un contexto en el que los recortes y el desmantelamiento progresivo de la Escuela Pública, durante los últimos años, evidencian cuál es la hoja de ruta marcada por quienes detentan el poder, se hace muy necesario pensar junt@s para proteger nuestro sistema educativo y hacer de él una herramienta de transformación social.
El Colectivo Amagi es un Movimiento de Renovación Pedagógica del municipio de Leganés, que nace en 2013. Se trata de un momento en el que se acaban de formar varios colectivos, vinculados a lo que fue el 15M y su penetración en los barrios, en los que personas que trabajaban desde distintos ámbitos, se organizaban para generar tejido social; con capacidad para intervenir activamente en un contexto marcado un progresivo desmoronamiento de lo público y empobrecimiento de la población.
De esta forma, es en la Comisión de Educación, en la que algunos de sus integrantes son profesionales docentes, donde se plantea la necesidad de impulsar un colectivo de renovación pedagógica. De esta forma, junto a otras personas docentes comprometidas del municipio, se da el paso de construir Amagi.
Se trata, por tanto, de un colectivo joven, aunque consolidado en la Federación de MRPs de Madrid, que nace con el fin de mejorar la escuela actual y que reúne a maestr@s y profesores de todos los tramos educativos en un espacio para compartir, autoformarse y reflexionar.
La palabra “Amagi” proviene del lenguaje sumerio y significa “retorno a la madre”, “libertad”. Fue la primera palabra que se utilizó para expresar este término.
La actividad del colectivo la consensuamos entre todas las personas activas del mismo. En septiembre acordamos la programación anual y lo que queremos trabajar, reflexionar, compartir, crear… En los tres últimos cursos se ha repetido la misma estructura de funcionamiento, ya que hacía finales de noviembre organizamos las Jornadas Pedagógicas y esto condiciona todo el curso. Los meses de septiembre, octubre y noviembre nos centramos en las jornadas (contenidos, ponentes, organización y logística…). En diciembre evaluamos las jornadas y concretamos en qué queremos trabajar y formarnos el resto del curso. Y, por último, a partir de enero y hasta junio, trabajamos en los temas acordados.
En los últimos años, han sido muchas las temáticas que hemos trabajado. En algunas ocasiones ha surgido un documento fruto de la reflexión, debate y trabajo realizado (patios escolares inclusivos, la Asamblea como motor de una escuela democrática). Tratamos de difundir estos documentos tratamos y organizamos un acto público para presentarlos.
Las personas que formamos parte del colectivo abordamos todos los temas, con la idea de crear una escuela transformadora que ponga “la vida en el centro”.
Creemos que es importantísimo que surjan muchos grupos de estas características en todos los municipios y barrios posibles ya que la escuela actual necesita más que nunca que, desde dentro y desde fuera, la reorientemos para que salga de la deriva que lamentablemente lleva ya muchos años: centrada únicamente en “lo académico”, un currículum impuesto, que no aborda los temas realmente importantes para una sociedad igualitaria, justa, ecológica, feminista, democrática, solidaria… y que, además, trata de impedir la reflexión y el pensamiento crítico. Unas metodologías y formas de organizar los centros ancladas en el pasado, que fomentan la creación de individuos sumisos y muy poco acostumbrados a implicarse en los asuntos públicos…
En muchas ocasiones, este tipo de cambios en la escuela se están produciendo con una perspectiva diferente a la que tenemos desde Amagi. Las metodologías cooperativas, el trabajo por proyectos, etc. que se están instaurando en muchos centros (en centros privados están en pleno auge) tienen otro objetivo diferente al que buscamos nosotras.
Estos centros instauran este tipo de metodologías con el objetivo de crear individuos más productivos para el mercado laboral. Individuos que sepan trabajar en grupo, que sepan adaptarse a los diferentes puestos de trabajo… Es decir, construir individuos moldeados para que se ajusten al mercado laboral de la sociedad neo-liberal capitalista en la que nos ha tocado vivir.
Nosotros y nosotras creemos necesario este tipo de cambios en la escuela, pero tenemos otro objetivo: la emancipación del individuo. Por eso este tipo de metodologías y formas de “hacer escuela”, aunque a primera vista puedan parecer lo mismo, tienen muchos matices que las convierte en formas de “hacer escuela” totalmente diferentes.
Nada tendrá que ver la formación de los docentes, si éstos persiguen un modelo de escuela tecnocrática, selectiva, competitiva y jerarquizada que si, por el contrario, aspiran a construir una escuela inclusiva, centrada en los niños y niñas, participativa, democrática y cooperativa. Una escuela para la vida y no para el mercado.
A pesar que existen muchos centros con un proyecto educativo muy valioso y que reúne un claustro de profesionales concienciados y muy implicados con la transformación de la escuela, existen muchas personas concienciadas, en este sentido, que trabajan en centros donde no ocurre esto. Esto lleva a estas personas a sentirse aisladas, desmoralizarse y “tirar la toalla” en su trabajo diario, dejándose llevar por la deriva de su centro a la que tanto ayuda la Administración.
Por eso es importante que surjan muchos movimientos pedagógicos en los que puedan unirse, tanto las personas que se sienten arropadas en su centro, como las que no lo están y podamos entra tod@s empujar para la trasformación de la escuela.
Es fundamental recuperar espacios de reflexión, hacer partícipes a las familias y apostar por la innovación e intentar que las experiencias de transformación no se queden encorsetadas en centros aislados, sino que se compartan y se extiendan a otros centros. Un único docente, puede ser semilla de cambio, con entusiasmo compartido.